Para nosotros, podría ser solo uno más del día. Un choque
más, un muerto más, otro de moto más. Llegó el punto, que ya de por si no
sorprenden los muertos, muchos menos si son de choques de motos de Zapotlanejo.
Un menor lesionado, y un muchacho de 29 años muerto, fue la
sensación de este fin de semana. El típico ¡Ya se dio en la madre!, la que
llega a prenderle unas veladoras, las que se ponen a rezarle. Los policías que
tienen que estar horas hasta que los peritos determinan cómo ocurrió el
accidente. Típico de Zapotlanejo.
Pero atrás de todo eso, ya existe una familia incompleta,
como hijo, como hermano, o tal vez como padre o como pareja, pero ya no está,
se fue. Por un tonto descuido perdió la vida. Para el resto de la gente, solo es
un muerto más, que la vida sigue rolando. Un pobre primo, un pobre tío, pero
ahí queda.
Solo hasta que sea alguien realmente muy cercano a nosotros, entendemos que más allá de
ponerse un casco de beisbolista de 80 pesos, es toda una responsabilidad el manejar
arriba de una moto. Son cientos de precauciones que se tiene que tomar al salir
a la calle con ella.
Muchos creen, que cuando nos llega un reporte de otra
persona que pierde la vida a bordo de una motocicleta, es un morbo más, que va
a ser una nota que va a tener muchas visitas. Pero no es así.
A esas situaciones les tenemos mucho respeto. Muy aparte de
que nuestro trabajo es informar lo que sucede, sobre todo en temas policiacos.
Hemos estado de cerca en muchos accidentes. Cuando ocurren, cuando todavía no
ha llegado la ambulancia, vemos la cara de desesperación de los familiares que
tuvieron la mala fortuna de estar al momento del accidente. Del incrédulo
público que le toca ver el choque, que no sabe si ayudar, rezar o salir
corriendo, la mayoría se queda inmóvil.
Nosotros no. Cuando nos ha tocado presenciar el incidente,
hemos ayudado hasta el momento que llega la ambulancia. Hemos llegado antes que
la ambulancia. Nos ha tocado llevar a los familiares al lugar del accidente, a
ver el carro al corralón donde está totalmente destrozado, porque quieren
verlo. Desconozco el por qué ver cómo quedó el carro donde falleció un pariente,
no se si les da algo de alivio, pero muchas personas necesitan hacerlo.
Hemos tenido la mala suerte de que esas personas
accidentadas son conocidos o familiares de nosotros. Nos ha tocado ser nosotros
los propios protagonistas de algunos de los accidentes que hemos publicado.
Morbo no es, tratar de que la gente tome conciencia tampoco,
porque ya quedó demostrado que eso no va a suceder, ni siquiera cuando son sus
familiares directos o los propios accidentados, porque después de un tiempo
siguen como si nada hubiera pasado. Nos queda la esperanza, de que alguna de
las personas más jóvenes tomen conciencia y cuando manejen hasta una bicicleta
lo hagan con precaución. Las medidas ya las conocen, pero parece que les ayuda
más el miedo a quedar muertos.
La respuesta está en esta sencilla anécdota
Yace un muchacho en la cama de shock de un hospital en
Tepatitlán, en estado más que grave por una caída de motocicleta en la
madrugada de un fin de semana. Llega la mamá y lo único que puede decir es: Por
qué lo dejé que se subiera a eso, si ya sabía lo que iba a pasar.
La víctima: un joven de 24 años, que conducía ebrio, a
exceso de velocidad en la noche y sin casco, que quedó tirado a un lado de un
puente peatonal, después de derrapar varios metros y golpear su cabeza contra
el machuelo del puente.
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