miércoles, 30 de abril de 2014

¡Ayyyyyy la culebra!

Por Daniel Ontiveros


¡Gua! ¡Gua! a la una de la mañana, la perra que se queda en la cochera que avisa cuando anda un malandro merodeando la casa empezó a ladrar, pero de esos ladridos que hacen desde lejos porque algo asusta a los perros.

5 minutos, 10 minutos y seguía con su ¡gua! ¡gua!. Yo pienso que ya había colmado al único de mis hermanos que está despierto a esas horas metido en el face, que salió a ver y abajo de la camioneta y estaba tremendo culebrón (según el como de un metro), y según él, que se parecía a este ejemplar:


Quien sabe si será cierto porque la vio a media luz y más relampagueado por la computadora que nada.

Luego luego fue con el chisme con todos los que vivimos en la casa, y empezaron a buscar, y con justa razón el animal se asustó y se salió por abajo del portón, peeeeeero, no se le ocurrió otro lugar a ir a esconderse que al carro que utilizo diario, y para más mala suerte se le ocurrió ponerse en el resorte del amortiguador de la llanta delantera.

Movieron el carro, le dieron patadas a la llanta, y la famosa víbora muy tranquila no se movió de ahí. No quedó más que dejarla en paz, y en paz fue lo que menos me pasó en lo que quedaba de la noche, pensando primero, que a lo mejor no andaba sola y si traía compañero, se iba a meter por las ventanas y se iba a esconder en la casa.

Fue más el sueño y el miedo se me pasó, pero en ratos que me quedaba pensando que cuando anduviera en el centro de Zapo, donde saliera el méndigo culebrón a media plaza ¡qué verguenza! ¡qué verguenza!, ya apenas se me había pasado la experiencia, de que la puerta de la oficina donde trabajo se me haya caído, porque misteriosamente y en ese preciso momento que la abrí todas las bisagras que la sostenían, habían salido volando.

Pero bueno, volviendo a la culebra. Al día siguiente, ya cuando me iba, me encontré al carro arriba del gato (de mecánico, no de los otros), había una jaula (de un hámster) y a Don Victor (así lo conocen) buscando a la víbora, con la intención de guardarla en una jaulita. Aunque si se la hubiera encontrado, no creo que la haya podido guardar en la jaula, porque hasta los chones se le caen del susto.

Llegué al centro de Zapo temprano, pensando que que si salía la culebra en la calle o en la plaza ya me imaginaba el gritadero de la gente mientras la serpiente, culebra o víbora -como le quieran decir-, se daba rienda suelta buscando donde esconderse.

Pasaron las horas, y nunca ví que saliera el animal, me imagino que desde la noche buscó otro mejor lugar donde esconderse.

A lo que me han dicho todos los que les he contado la historia, ese tipo de animales no se dan por estos rumbos, y menos ya en una colonia donde cada día menos llanos quedan, y a algún incautó se le escapó o ya no lo aguantó y optó por tirarla a la calle.

2 comentarios:

  1. no pos en realidad si es una de esas es un coralillo y son sumamente venenosos hay que tener cuidado

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  2. ups es un animal muy peligroso creo es un coralillo y son muy venenosos

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