Después de que dos estudiantes fueran literalmente tirados por el camión urbano, que por necesitad tienen que utilizar para llegar a la escuela, los comentarios a favor y en contra del transporte público no se hicieron esperar.
Desde que los muchachos cuando van en el camión hacen de las suyas y en parte por ello ocurren accidentes. La principal responsabilidad es de los padres de familia en la forma en que educan a los hijos, que a decir de muchas personas que les ha tocado acompañarlos en el camión, se van aventando y diciendo groserías todo el camino.
En la otra cara de la moneda, están las quejas de que los camiones se pasan los semáforos, situación que hemos sido testigo de ello en varias ocasiones, además de que en ocasiones preguntan al pasajero antes de subir a dónde se dirigen para ver si lo suben o no, tal vez para acortar la ruta por un atajo y no hacerles perder el tiempo.
También la administración de los urbanos nos pide más datos, solo le podemos informar que el causante del último incidente, ocurrió el día 3 de abril, en la última ruta que sale justo de la secundaria Dolores Pacheco, cuando el muchacho iba a bajar en la calle Ruvalcaba el camión no se detuvo lo suficiente y se llevó al muchacho colgando de la mochila que había quedado atrapada en la puerta. Sus compañeros lo jalaron y el camión no se detuvo hasta la gasolinera de los Castillo, cuando bajó a otra persona. Suponemos deben tener los registros de quién tenía la ruta ese día.
Una situación que agrava más el asunto, es la movilidad dentro de la ciudad. Los camiones en el centro de la ciudad al no poder circular por López Rayón tienen que dar vuelta por la calle Reforma, en una calle tan angosta que los choferes tienen que hacer malabares con la mirada pasiva de los tránsitos que están ahí. Y para acabarla, por lo regular siempre hay algún comerciante que sabiendo el riesgo que corre que se lo lleve el camión, se plantan al raz de la banqueta.
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